Saltar al contenido

¿Por qué tomar chía todos los días?

noviembre 27, 2019

Porque estas semillas tienen más calcio que la leche, más omega 3 que el salmón y, además, sacian y no engordan. Esta semilla milenaria que tomaban los mayas se ha ganado un puesto de honor en la lista de los modernos superalimentos.

Su nombre significa ‘fuerza’, lo que no resulta extraño dado su potencial nutricional. Los estudios científicos realizados en los años noventa llamaron la atención sobre sus propiedades y se reactivó el cultivo de la planta (la salvia), casi olvidado.

La chía en el desayuno

Si eres un amante de la comida, lo más probable es que actualmente estés envuelto en la moda de las semillas de chía. Los estás mezclando con tu avena, vertiéndolos en tu yogur y espolvoreándolos sobre tu ensalada. Aunque es una buena adición a cualquier desayuno, almuerzo o cena, la chía también puede hacer maravillas cuando se incorpora a su rutina de belleza.

Según una firma de alimentación ecológica, con dos cucharadas de semillas obtenemos nada menos que 11 g de fibra, cuatro de proteína, cinco de omega 3, 18 % de calcio, 30 % de magnesio y 27 % de fósforo. ¡Y todo eso en 125 calorías! Son muchos beneficios para algo tan pequeño, pero lo que le ha granjeado su fama internacional es su poder saciante y la fibra que contiene, lo que la convierte en la aliada perfecta para las dietas.

Cómo tomar chía

Como son insípidas (solo tienen un ligero matiz a nuez), combinan con todo. Estas son las formas más comunes de tomarlas:

  • Como brotes. Para añadir a las ensaladas, se pueden comprar o germinar en casa. Para ello solo hace falta espolvorearlas en un recipiente sobre una servilleta de papel, rociarlas con agua tres veces al día y esperar una semana.
  • Hidratadas. Vierte una cucharada en un vaso de agua o zumo y verás cómo doblan su tamaño. y convierten el líquido en una sustancia gelatinosa. Con agua y limón es la forma clásica de tomarlas: hidratan, sacian y aportan energía. Si las dejas reposar una noche con leche de almendra se convierten en un pudin perfecto para desayunar.
  • Crudas, en batidos y yogures. Aportan un toque crujiente y una gracia adicional. A altas temperaturas no pierden su valor proteico, así que es fácil encontrarlas añadidas en recetas de galletas y bizcochos, porque les dan consistencia.